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Los fans de siempre acuden a ver a Maná en el United Center con su gira México Lindo y Querido

Se puede contar con Maná para un pop-rock latinizado, efervescente y pulcramente coreografiado. Si esto parece un elogio, añadamos que pocas bandas vigilan con tanta tenacidad a las especies vulnerables. El cuarteto mexicano se preocupa profundamente por el medio ambiente, especialmente por los entornos acuáticos, e incluso mantiene una organización sin ánimo de lucro llamada Fundación Selva Negra (fundada en 1995).

En cuanto se atenuaron las luces del United Center, las imágenes de la vida marina, de tortugas marinas rezagadas, parpadearon en una pared azul de LED. Una tortuga hinchable gigante colgaba de las vigas. No, no era un símbolo perverso. La actuación de Maná el sábado por la noche fue de todo menos floja, o tortuguil, por así decirlo.

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En una palabra, Maná es profesional. Sin embargo, la música de precalentamiento del sábado - “Solsbury Hill”, “In Your Eyes”- fue un paso en falso, porque nadie viene a un concierto de Maná para escuchar pop artístico de pacotilla. (Resulta revelador que el popurrí de canciones de Peter Gabriel acabara ahogado por los impacientes silbidos). La fórmula de Maná se reduce a unos ganchos musculosos y multipistas, unas estrofas desvanecidas y unos riffs limpios, cortesía de Sergio Vallín, el guitarrista principal del grupo, vestido con un estampado de leopardo.

El líder Fher Olvera no es de los que se extralimitan. ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Qué más tiene que demostrar este condecorado director de orquesta, posiblemente el más premiado del mundo hispanohablante? El directo de Olvera es poco físico, o al menos poco atlético. No se pasea por el escenario como un acróbata enloquecido; lo más que hace es balancearse satisfecho o hacer la pantomima de un nadador en el mar. Pero tras haber recorrido todo el hemisferio occidental, Olvera es un maestro del trabajo con el público. Alterna con naturalidad la guitarra acústica, la eléctrica y la rítmica. Igual de impresionante es su compenetración instintiva con el público. Olvera los mantiene en vilo con breakdowns de armónica, exhibiciones de bebida y monólogos en español suavemente cómicos. Bien, este hombre de 63 años tiene una figura divertida; su ropa deslumbrante es chillona y sus vaqueros, alarmantemente ajustados. Pero esto no desmerece en absoluto la experiencia Maná.

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En un momento, el espectáculo pasó a manos del batería Alex González, un espíritu libre y deslenguado cuya pirotecnia en solitario fue un placer para la vista, por muy fanfarrona que fuera. Fue un alivio, sin embargo, cuando la banda volvió a reunirse en masa en una pequeña tarima alfombrada de color carmesí frente al escenario principal: “La unión hace la fuerza”. Los mejores momentos de la noche fueron invariablemente antifonales: Qué no daría este reportero por revivir la exultante locura de llamada y respuesta de “No ha parado de llover” y “Como te deseo”.

Los espectáculos de Maná son esencialmente monolingües; a Olvera apenas se le escapó una palabra en inglés el sábado. El público parecía mayoritariamente mexicano, con muchos asistentes enarbolando banderas mexicanas, aunque otras partes de América Latina estaban ligeramente representadas. Había suficientes personas mayores y matrimonios como para constituir una mayoría. ¿Pero jóvenes con camisetas ajustadas? ¿Reinas del selfie con los labios fruncidos y vaqueros rotos? Acudieron en mayor número de lo que cabría esperar. Jóvenes y mayores por igual son susceptibles a los encantos de Maná.

“Me presentaron a Maná a través de un tipo que ya ha fallecido”, dice un asistente al concierto, de 37 años. “Pero mi mujer era fan desde hacía más tiempo, desde que tenía 15 años. Me dijo: ‘Tienes que ver a estos tíos en directo’”.

El público del United Center estaba muy animado, e incluso los que no bailaban no permanecieron sentados mucho tiempo. Es lógico que Maná versionara “Get Up, Stand Up”, el centelleante tema de reggae de los Wailers de 1973. “Get Up, Stand Up” tiene un ritmo impúdico, pero la letra -una furiosa denuncia del saqueo colonial- va en serio. Maná también va en serio. A pesar de su profesionalidad, la banda tiene un mensaje importante que transmitir. Pueden contar con ello.

-Traducción por José Luis Sánchez Pando/TCA


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